En la cueva de Macpela: Eligiendo la Eternidad en Medio del Sufrimiento
Perder a alguien que amas cambia todo. La vida, de repente, se siente como un rompecabezas al que le falta la pieza más importante. Imagino que así debió sentirse Abraham cuando Sara, su compañera de vida, falleció. Génesis 23 nos muestra un momento profundamente humano: un hombre de fe enfrentando una pérdida devastadora. No era solo su esposa; era su amiga, su confidente, la madre de la promesa.
La tristeza de Abraham era real, y también lo era el desafío de tomar decisiones importantes mientras su corazón estaba roto. Podía haberse dejado llevar por la prisa, por la necesidad de resolver rápidamente lo inmediato. Sin embargo, Abraham eligió ver más allá del momento presente. Decidió comprar la cueva de Macpela para enterrar a Sara, un "acto práctico", pero lleno de significado eterno. Él no solo estaba pensando en su dolor actual, sino en las promesas de Dios que trascendían su vida.
La realidad del dolor y la realidad mayor de la eternidad
El sufrimiento tiene una forma de encerrarnos en lo inmediato. Cuando estamos en dolor, lo urgente se convierte en lo único visible. Tim Keller, en su libro Caminando con Dios a través del sufrimiento, dice que el dolor, aunque inevitable, puede ser transformado si lo miramos desde la perspectiva de la eternidad. No se trata de minimizar el sufrimiento, sino de verlo con un lente más amplio, permitiendo que Dios nos pastoree en esos momentos oscuros.
Piensa en esto: ¿cuántas decisiones hemos tomado basándonos solo en lo que sentimos en el momento? En los días de dolor, es fácil caer en la trampa de la inmanencia, enfocándonos solo en lo que podemos ver y tocar. Pero como cristianos, estamos llamados a algo más grande: a vivir con una visión trascendente, una que reconoce que lo eterno no es solo una idea, sino una realidad concreta.
Pastoreados en el valle de sombra de muerte
Dios no ignora nuestro sufrimiento. Él camina con nosotros en medio de él. Abraham, aunque dolido, permitió que su fe en las promesas eternas de Dios guiara sus pasos. Compró la tierra no solo para enterrar a Sara, sino como una declaración de confianza en lo que Dios había prometido: esa tierra sería de su descendencia.
En tu vida, quizá estés enfrentando un dolor que amenaza con consumirlo todo. Puede ser la pérdida de un ser querido, un sueño roto o una etapa incierta. En esos momentos, recuerda que Dios no te pide que ignores tu dolor, sino que confíes en Él a pesar de él. Deja que Él pastoree tu corazón, guiéndote hacia decisiones que reflejen Su eternidad, no solo tu inmediatez.
Jesús nos dijo: “En este mundo enfrentarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Estas palabras no eliminan el dolor, pero nos recuerdan que éste no tiene la última palabra. Hay esperanza, no porque el sufrimiento sea menor, sino porque la eternidad es mayor.
El dolor es parte de nuestra historia, pero no define el final. Como Abraham, podemos elegir vivir con una perspectiva que mira más allá de lo inmediato. Podemos tomar decisiones que, aunque dolorosas en el presente, reflejen nuestra confianza en las promesas eternas de Dios.
Si hoy tu corazón está pesado, recuerda que no estás solo. Dios está contigo, pastoreando tu alma y guiándote hacia Su paz. Y como Abraham, puedes elegir la fe, incluso en medio del dolor más profundo. Esa elección no solo traerá consuelo, sino que también te unirá al gran plan eterno de Dios, un plan lleno de esperanza y redención.
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