Para "cristianos escépticos"

Hay algo poderoso en la frase: “Dios hizo con Sara como había dicho” (Génesis 21:1). Suena tan sencillo, pero, ¿cuántas veces dudamos de esa verdad? Vivimos en una cultura que valora la inmediatez: desde mensajes instantáneos hasta entregas el mismo día. Pero la historia de Abraham y Sara nos invita a desacelerar y reflexionar sobre un concepto contracultural: Dios cumple Sus promesas, pero a Su manera y en Su tiempo.

Una promesa al estilo de Dios... imposible y a largo plazo

La vida de Abraham y Sara habría encajado perfectamente en  un drama producido por Netflix. Dios les prometió un hijo, pero los años pasaban y el milagro no llegaba. Sara tenía casi 90 años cuando finalmente quedó embarazada. Para los estándares modernos, este es un relato que desafía toda lógica. Imagínatelo: una mujer anciana dando a luz y riéndose de la ironía divina (porque eso es lo que significa el nombre de su hijo, Isaac: "risa"). Pero este milagro no fue un error ni un golpe de suerte; fue el cumplimiento exacto de lo que Dios había planeado.

La demora no es lo mismo que olvido

Seamos honestos: esperar no es fácil. Ya sea que estés esperando un ascenso, una relación significativa o claridad sobre tu propósito, la espera puede sentirse como un desierto interminable. Quizá has preguntado, “¿Y qué pasa si Dios nunca responde?” Pero la historia de Sara nos recuerda que la demora no es lo mismo que el olvido. Dios no está limitado por nuestras agendas. De hecho, a menudo trabaja en nuestras vidas en los momentos menos esperados, para que no haya duda de que es Él quien actúa.

Dios tiene un plan para ti

Si eres cristiano, probablemente hayas escuchado la frase: “Dios tiene un plan”. Puede sonar cliché, pero es cierto. Génesis 21 nos muestra que Su plan no solo es perfecto, sino también personal. Dios no solo cumple una promesa genérica; cumple Su palabra a ti de manera única.

Si no eres creyente o tienes una perspectiva más secular, esta historia también tiene algo que ofrecer: la vida no siempre se alinea con nuestros términos. Aprender a aceptar el tiempo de algo más grande que nosotros mismos puede llevarnos a una vida con menos ansiedad y más asombro. ¿Podrías considerar el plan que Dios tiene para ti?

Algunas lecciones que aprender mientras estás en la sala de espera

  1. La paciencia es un acto de fe: En un mundo que idolatra la gratificación instantánea, esperar puede parecer una debilidad. Pero la paciencia es un recordatorio de que lo bueno muchas veces requiere tiempo.

  2. Dios no olvida: Aunque las circunstancias sugieran lo contrario, el silencio no significa ausencia. La fidelidad de Dios trasciende nuestras percepciones limitadas.

  3. Celebra las pequeñas victorias: Sara río de alegría porque vio la promesa cumplida. ¿Cuándo fue la última vez que celebraste los pequeños (o grandes) milagros en tu vida?

Quizá ahora mismo estás en una temporada de espera, cuestionando si algo bueno puede salir de tu situación actual. Tal vez sientes que el reloj está en tu contra o que ya has pasado tu "momento." Pero recuerda: Dios no está sujeto a las limitaciones del tiempo humano. Su plan es más grande y mejor de lo que podrías imaginar.

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